Hasta el momento de la llegada del bebé, el perro ha estado con vosotros él sólo o junto con otros perros. Ahora van a cambiar muchas cosas y va a recibir una atención diferente. Entonces, ¿cómo presentar un bebé a un perro? ¿Cómo evitar que el perro tenga celos? ¿Y cómo fomentar que se lleven bien?
Durante el embarazo
El proceso de presentación empieza incluso antes de que el bebé nazca. Los perros son sensibles y, por supuesto, están perfectamente conscientes de que algo está cambiando. Es muy importante incluir vuestro amigo de cuatro patas en todo este proceso. Cuando empecéis a preparar la habitación del bebé, dejadlo entrar a que lo olfatee todo.
También debéis probar cómo reacciona vuestro perro con el carrito del bebé. No os preocupéis, algunos perros se ponen nerviosos y mordisquean las ruedas, pero simplemente es porque les llama la atención el movimiento. Se puede trabajar premiando la calma.
Hay que tener en cuenta la cama del perro. Si antes dormía en vuestro dormitorio, lo mejor es que siga haciéndolo o por lo menos, que permanezca cerca. Si antes dormía en otra parte de la casa, que siga durmiendo en su sitio. El perro tiene que entender que tal vez estén cambiando cosas, pero que eso es normal y que él forma parte de estos cambios. Si ya no cabéis todos en el dormitorio, tenéis varios meses para enseñarle al perro a dormir en el salón y no con vosotros.
Presentaciones (La llegada del bebé al mundo y a casa)
Cuando llega un nuevo miembro humano a la familia, es importante hacer bien la presentación con nuestro perro. Ya hemos hecho todos los preparativos y hemos incluido el perro en ellos. Ahora el bebé acaba de nacer y está en el hospital para llegar a casa en unos días. Y ese es el momento para el siguiente paso:
Como sabemos, los perros se orientan mucho por los olores. Así que entraremos en su campo: antes de que la madre con el bebé lleguen a casa, cogeremos un pañal usado de nuestr@ hij@ recién nacid@ (y/o ropita usada) y se lo llevamos al perro. Le pedimos que se siente y le ofrecemos el pañal para que lo huela. De esta manera le permitimos reconocer el nuevo olor. Si se excita demasiado, le retiramos el pañal y volvemos a pedirle que se siente – ¡sin castigarlo ni reñirlo! Al revés, debéis asociar el nuevo olor con premios y caricias.
Esto lo podemos repetir tantas veces que queramos y podamos hasta el día de la llegada a casa del bebé.
¡¡¡Es muy importante tratar todas estas situaciones con calma, la máxima naturalidad y tono positivo!!! Cuanto más tranquilos estemos nosotros, más tranquilo lo estará nuestro perro.
Lo ideal es enseñarle el bebé al perro cuanto antes. Los perros son curiosos y si, por alguna razón, no le permitimos reconocer el nuevo miembro de la familia, probablemente le pueda la curiosidad y puede saltar sobre la cuna, ponerse nervioso, ladrar… ¡Y es justo lo que queremos evitar!
Al llegar a casa, los nuevos padres deberían saludar primero el perro como hacían siempre. Nada de apartarlo. Saludadlo como si no pasara nada distinto (tal vez lleva días sin ver a su dueña y se alegrará de verla).
Cuando el perrete ya esté calmado, tranquilamente dejad que se acerque al bebé y lo olfatee. “Que bien, ya conozco este olor. Este olor mola”, pensará el perro. Ahora valorareis el trabajo de los pañales sucios 🙂 . Si vuestro perro es un poco trasto y bruto, lo podéis coger con la correa para controlar mejor su fuerza (¡sin darle tirones!). De nuevo, la tranquilidad es imprescindible y premiar el perro con caricias y buenas palabras es lo mejor. Porque lo que queremos es crear una asociación positiva. Queremos que el perro tenga en la cabeza que el bebé = premios.
Convivencia
La siguiente fase es la convivencia. Otra vez es recomendable dejar al perro participar en las tareas diarias. No encerrarlo en otra habitación o en su transportín, sino dejarlo que esté cerca. Si estamos bañando al bebé, cambiándole el pañal, dándole de comer y el perro quiere estar al lado ¿por qué no dejarlo? Siempre y cuando esté tranquilo, sólo quiere estar a nuestro lado, tal como lo ha estado hasta ahora. Llevadlo de paseo con el carrito, jugad con él como siempre, acariciadlo… Simplemente seguid fomentando la ecuación BEBÉ = ALGO POSITIVO (premios, caricias, juego).
Tengamos en cuenta que un perro es como un hermano mayor para el bebé. Al hermano mayor tampoco lo encerramos en otro cuarto, tampoco le reñimos si quiere estar cerca o coger a su nuev@ herman@ en brazos… Le enseñamos cómo hacerlo, le ayudamos y lo alagamos cuando se comporta bien.
Educar un niño junto con los animales les ayuda a aprender el respecto, el cuidado, la convivencia y el compartir. ¡Además de muchos estudios que confirman que los niños que viven con animales crecen más sanos!
Pero eso sí, debemos tener en cuenta que por muy bien que se lleven nuestr@s hij@s con los perros, no deberíamos dejarlos a solas. Siempre deben de estar bajo supervisión, porque el niño jugando puede hacerle daño al perro o viceversa.
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