Hace ya cuatro años que realizamos el curso de cachorros con Baldr, cuando él tenía tres meses. (Ufff, cómo pasa el tiempo). La experiencia fue altamente positiva tanto para nosotros como para nuestro perro.

No sólo le enseñamos cosas básicas como los comandos “sienta”, “quieto”, o “tumba”… sino que fue algo más. Aprender a comunicarnos con él, a identificar sus señales, averiguar los rasgos de su carácter, ver qué posibles problemas podríamos tener con él en el futuro y así poder eliminarlos o paliarlos en la medida de lo posible. También aprendimos a manipularlo mediante el juego y que se acostumbrara a que se le toque en cualquier parte de su cuerpo, sin que ello desencadene una reacción negativa. Educarle la llamada, que ande junto a nosotros, que no tire de la correa, que sepa cuál es su sitio en la casa, dónde debe comer y dónde no, la inhibición de la mordida (eliminar la conducta de que se relacione con nosotros mordiendo)…. Y todo esto SIEMPRE desde el refuerzo en positivo.

Además, en Caniland, unos minutos al final de cada clase se dedican a algo FUNDAMENTAL, la socialización. Baldr aprendió a convivir y relacionarse con otros perros, con otros humanos. Ver cómo los miembros adultos de la manada le mostraban con el juego y sus gestos cuándo, como buen cachorro de labrador, se pasaba de energía. Y cómo se acostumbró rápidamente al contacto físico con otros humanos… estuvo genial.

Hoy tenemos un perro juguetón, sociable, que sabe cuándo se le llama y acude (sin ser una obediencia rigurosa a no ser que haya un peligro inminente). Una de las cosas que tuvimos que aprender nosotros fue que Baldr es un ser vivo, con curiosidades e inquietudes y que sabe lo que tiene que hacer cuando se le pide, pero que debemos respetar sus tiempos, sobre todo durante los paseos, salvo que estemos en modo ´trabajo’.

En resumen, experiencia positiva al 100{da4a6a2a8bf34f9fed68b7155f950399912b5da6e145c4c3e99ff4f149066f24} que debería ser obligatoria para poder entender a tu perro y él a ti.

Gracias, Mayo.